Amaranta Caballero Prado
ESTE PAÍS ES BUENO PARA TRABAJAR Y PARA ESCONDERSE DEBAJO DEL TRABAJO
ESTE PAÍS ES BUENO PARA TRABAJAR Y PARA ESCONDERSE DEBAJO DEL TRABAJO
I
La circunferencia de una plaza enorme,
jaspeada de blancas,
blancas ratas
es el entorno.
No,
es el contexto.
No,
el marco teórico.
No.
Nada de eso.
El entorno es naturalmente una pesadilla.
Es mi hogar.
II
Te vi patear la casa, la casa, la casa, la casa, la casa, la casa, la casa, la casa,
la casa,
pateabas muy fuerte, la casa, la casa, la casa, la casa, la casa, la casa, la casa,
la casa,
golpeaste las puertas, las puertas, las puertas, las puertas, las puertas,
las puertas,
las paredes, paredes, paredes, paredes, paredes, paredes, paredes, paredes,
paredes,
las sillas, las sillas, las sillas, las sillas, las sillas, las sillas, las sillas, las sillas,
las sillas,
pateaste todo y luego
con los puños golpeaste el espejo,
el reflejo,
el espejo,
el reflejo,
el espejo
golpeaste, pateabas, golpeaste, pateabas, golpeaste, pateabas, pateabas,
pateabas, pateabas, pateabas,
pateabas, pateabas,
pateabas.
Cuando por fin te sentaste a llorar
tardaron en irse las visitas.
Ahí estaban, pero te veían de lejos.
III
Me dijeron que el remedio era fácil:
Noches de ouzo, música y zapatos.
Tomar sendos tragos al compás de la melodía tradicional
y poner si es posible, una zapatilla de tacón aguja, a un lado.
¿El suelo? El suelo es el lodo ¿recuerdas?
Ese que aprendiste a tocar con la mejilla, andando a gatas.
¿La suela? Pecata minuta: es eso que toca al suelo.
Bien.
Una vez perdida, hirviendo en las burbujas de la desconsolación:
Toma la zapatilla,
y golpea:
Una,
dos,
tres,
cuatro,
cinco veces,
(o
las
que
puedas)
tu frente.
Entre lodo, suelo, suela, desconsuelo y muchas rojas, rojas, rojísimas burbujas
–el dolor de verdad, el agudo–,
se impone.
Luego ya te ríes.