la guerra no paraba nunca. me acuerdo de la madrugada cuando
mi hogar dejaba. ella estaba en todas partes. tras la puerta
sujetaba el hacha. en el lecho el cuerpo enroscado envuelto
en piel de lobo.
se parecía a un pavo real que me observaba con suspicacia
preparándose para picotearme las manos. en las ventanas ella
corría las cortinas. se escondía para que yo no la viera.
yo sabía que respiraba tras mi nuca
me ataba el aliento y hacía transparentes las cosas
en las que yo consagraba mi vista.
se me dirigía con desdén:
tú que masticas pedernal esperarás para vomitarla
aprenderás a recordar lo que te habías olvidado
yo soy tu conocimiento que en vela negabas
aquello por lo que te volverás se tornará en oscuridad
el padré que jamás volverá
la mar de la que vendrá fuego
que te ensordecerá.
quién es más fuerte que la guerra
yo al que no preguntan por nada
una isla de la que quedará solo el nombre
el usurero que me dará
arma que mata antes de ser fraguada
o la serpiente que trepa por donde no debe.