Juan Carlos Friebe
UN NIDO
UN NIDO
Feliz quien parte atado al corazón
pues aunque no regrese nunca, siempre
habitará su casa. Feliz quien viene y va
a antojo de su dicha y sus senderos,
en pos de sí y de sus misterios hondos,
de su amor, su quimera, de su nada.
Cuánto más si al susurro de su voz
sujeto, atento sólo a su murmullo,
se escucha y dice: heme: al mismo tiempo
que presta tacto, vista, oído al mundo,
y lo comprende o no, pero le incumbe,
le inmuta, le conmueve, le anonada,
de pilar a pilar le zarandea el alma
al vibrar de raíz y de consciencia.
Pasa la brisa sobre tallo tierno,
mece el aire los álamos combados:
feliz la rama, si feliz la hoja.