Sergio Raimondi
Extraños ruidos en la tolva
Extraños ruidos en la tolva
La psicología laboral lo sabe: ante niveles importantes
de exigencia y soledad las formas de protestas alcanzan
grados alarmantes de sutileza. Tan sólo un ejemplo:
el manejo de la soda caústica es de suma peligrosidad
durante el embolsado y la calidad de los guantes debe ser
más que eficaz. Los operarios de Solvay – Indupa se niegan
a usar el mismo par de una día para otro y por allí
o por allá, al final de la jornada, lejos de sí los arrojan.
La empresa presupuestó la compra de doscientas guantes
semanales para los doscientos embolsadores y sin duda
no es lo mismo comprar doscientos que comprar mil.
Por eso ahora cada lunes las manos de caucho se entregan
con un sello interno, y una reglementación ha fijado
la multa correspondiente a quien los abandone. Es decir:
ahora los guantes poseen apellido y número de legajo
pero no la herramienta que el operario como al descuido
desliza en la bolsa de soda en perlas y que el vigilante
deberá dar por perdida con consiguiente multa para él.
Días más tarde, al realizarse la descarga de los vagones
en el muelle, el responsable de los silos de almacenamiento
oirá primero el golpe seco del hierro y luego el estallido
de los metales con que ha sido construida la hermosa tolva.