Bárbara Belloc
[Miércoles - Jueves, el...]
[Miércoles - Jueves, el...]
Oh Alabama...
Miércoles - Jueves, el mes pasado:
Llego a una casa extensa y oscura rodeada de un bosque bajo, raramente despejado. Subo a los saltos por la escalera de madera geométrica, peldaño por peldaño — todo es muy rápido—, y entro en la sala. Estás allí, como esperándome. Veo el cuarto revuelto, el fuego encendido en la estufa, mantas, papeles, un colador, cosas desparramadas, y siento el aire pesado de la respiración de un durmiente, una bocanada. Te miro, nos miramos, no te pregunto, no me preguntás. Percibo un movimiento detrás mío y de paso veo la puerta de la habitación abierta, también la cama. Lo extraño es que detrás de mí está Millie Stegman acostada en un sillón, envuelta en un poncho, despertándose, restregándose los ojos, (me pareció) un poco molesta. Entiendo todo de un golpe: pasaste la noche con Millie Stegman, ella se quedó dormida, vos te levantaste y diste vueltas, no saliste en bicicleta por la escarcha, y entonces llegué yo, y enseguida llegó Diana Fernandez Irusta, mi compañera de la primaria, a buscarme. ¿Para qué? Me voy con ella. Salimos por la escalera de la casa a las calles de Pompeya, a una madrugada espectacular. Es primavera y el ciruelo florece en China, y tal. Unas rosas blancas gigantes brillan en un balcón: sin duda son sobrenaturales. La calle está desierta; la calle es otro tipo de fantasma. Diana y yo caminamos y caminamos, caminamos sin rumbo, quizá sin fin. Peleamos. De pronto hay un taxi que se acerca. Un conductor desdoblado. Un auto de interior iluminado y peligroso. Una pantalla pequeña que vuela en el aire. Diana se esfuma. Telón que cae. Yo llego a no sé dónde. Música.
Susana Thénon: Ova completa y su persona.