Julio Barco
AUTOCONCIENCIA DE UN JOVEN LATINOAMERICANO INCLINADO AL GOZO
AUTOCONCIENCIA DE UN JOVEN LATINOAMERICANO INCLINADO AL GOZO
La belleza sirve para entusiasmar en el trabajo,
el trabajo para resurgir
C. Norwid
Ahora mismo hablaba de mí conmigo
Vallejo
10:35 La mañana modernista con sus nubes neobarrocas & ya van 10 poemas desasosegados, y seguiré hasta las dos -hora donde me toca ir a Lima y tomarme una foto para un bellísimo libro que alegrará a tu familia, vecinos y amigos.
10:35 Voy a explosionar.
10:39 (…)
11:11 Pienso que no debí escribir ni borrar todo lo que siento por ti. Pienso en la rosa que ayer bruscamente robé y con la que recorrí el Jirón de la Unión. Pienso, ¿cuál es el perfecto poema? ¿Mi desesperación a inicios de verano o tu belleza de potranca frente a un horizonte de frescas dadivosas? Pienso en todos los archivos con bellos poemas que existen en el universo. Más allá de la rotación de nuestro planeta, desaparece el sentido que sugieren. Una mosca pisa el último verso de la Oda Marítima de Pessoa. Pienso en la soledad de todos los poemas. Pienso en el pan y en la ciencia. Pienso en los huevos fritos y la poesía de Ronsard. Pienso en la calle, el vecindario, el viento salvaje, las enaguas, las escuelas, los colores, los días y la lluvia, los amigos y la tristeza, los patios y jardines. Mi casa, y la desesperanza de la esperanza. Las cenagosas anotaciones de tantos poetas.
11:23 Guardo en una carpeta amarilla, disco D, un poema que finalizan con estos versos que –de seguro serán recordados dentro de cincuenta mil millones de años, pero quiero que los leas en este instante:
“Y sufro tu nombre
en toda
mi carne.”
11:38 Suenan los trenes, me descubro-pese a todo-sereno y vacío, sereno y luminoso.
11:39 “Os hablo en silencio como una nube, como un árbol.”
Czesław Miłosz
11:40 Y estos que están inmejorables –aunque de seguro la traducción le baja la intensidad del hechizo:
“He deseado la buena poesía sin saberlo,
he descubierto, ya tarde, su saludable objetivo.
En ella y sólo en ella, encuentro salvación.”
Czesław Miłosz/Varsovia 1945
11.47 Si salgo de mi casa, bajo las escaleras negritas de caracol –que a cada paso tiemblan y sacuden el polvo y las piedritas acumuladas-. Y voy a buscar a Moisés-puente Charapita, Casa Alquímica- de seguro, acodados en la ventana del último piso, mantendríamos un tema de conversación mirando a los autos de la Evitamiento. Pensaría en las palabras que aquí compongo -trazos psíquicos: óleos: un poco de aceite para seguir empujado la máquina pensante, un viento restallante sobre el vacío del espíritu. Cierto: la poesía es otro asunto. Viejas edificaciones humanas. 10 mil siglos de soledad. Y después al volver, cruzando casas de tres o cuatro pisos, con perros flacos y tierra, polvo sobre polvo, polvo del desierto: sucio, lleno de vasitos de plástico, de palitos de helado; entre basuras, y bolsas, y niños con polos de equipos de fulbito que no leerán jamás estos exagerados apuntes, como yo los leo, y como leen los que otros seres humanos radiografían, entonces tendría otro buen tema de conversación y dos amigos y algún enfoque mental sobre lo que planteo —más el trazo natural de la búsqueda de la belleza, más la complejidad del vacío de la mente— mientras observo cómo se mira otro ser dentro del espacio de la realidad virtual.
11:51 Todo cambió a mi alrededor —amigos, amigas, historias, destinos, oficios, sueños, itinerarios— y yo acá en la misma sintonía escribiendo. Ahora todos hablan de sus mentes, es el nuevo virus. Si dejo de pensar en que me oigo no hay absolutamente nada más. Sin embargo, el silencio no es ausencia de yo. Se desarticula el sentido de lo estructurado. Poner la contraseña para iniciar sesión, es entender la realidad de un mundo donde las estructuras son tibiamente creadas para fines específicos. EL sol es la única semilla.
4:45 Escucho a las señoras que venden seco de pollo y chicharrón. Acaban de poner la música mientras el dj se ausentó para comprarse un puchito y charlan sobre las fiestas de fin de año. Son gorditas y felices, y conversan mientras ofrecen sus potajes en la feria artesanal de la Av. Mariátegui. Imagino la escena: cerveza en cajas rojas, canciones de salsa dura y sonrisas infinitas.
La señora deja el vaso del ají: anaranjado, furioso. Contemplo mi seco de cabrito cual si se tratarse de una obra de arte: arroz graneado humeante, frijoles como un mar cremoso, la pierna de pollo deliciosa. Termino de chupar los cartílagos del hueso de pollo, y pienso mi destino de escritor: escribir hasta la madrugada, café caliente, meterme dos o tres latas de cervezas y seguir practicando el ritmo y respiración del soneto: ABBA, ABBA, CBC, CBC: mismo coito. Estupideces. Pero también me veo en la fiesta: feliz y ebrio, bailando, y gozando el instante: un dios de barro, perdido en la claridad de los cuerpos: en el instante de la conciencia disuelta en la simultaneidad de todos los apretujados cuerpos. Perdido en el humo azul del tabaco.
5:50 Insisto en la idea: gozando con una muchacha canciones cursis y bulliciosas, sintiendo sus dientes, desapareciendo un instante en el aire caliente, pesado y violento de otro cuerpo, sudoroso y visceral, y tocando su oreja con frases serenas y violentas. No voy a negarlo: jodido pero no vencido. Depre y dulzón, como cuando me tiraba la pera en la escuela. La misma nota. Más viejo, abandonado, a este destino.
Perdido y sin otra resolución —eterna disociación de ideas, e ir y venir entre ambulantes y niñas con la cara sucia— salgo a divagar por los parques y los perritos y los niños me miran y yo me corro de sus ojos hasta que me vuelvo a encontrar con la violencia del viento, el verde de las hojas, las nubes, los anticuchos —corazón de vaca cortada en cuadraditos para el consumo humano— y todo se arremolina en mí, y soy todo ese campus: dispersión e intensidad. Un bus cruza la avenida.
Una muchacha hermosa camina con sus hermanas. Los borrachitos brindan de su belleza. Celebran su figura. Yo sigo andado. ¿Qué me diferencia de todos los destinos? ¿Qué me separa de ser la muchacha provinciana que lleva un plato caliente de chaufa de chancho? ¿Qué me separa de ser ese niño que lustra los zapatos? ¿Qué me diferencia de ser el joven cobrador que cuenta sus monedas en medio del semáforo? ¿Qué me separa de la joven embarazada que como yo ahora espera su vuelto? ¿Qué me aleja de los jóvenes que juegan ahora videogamers en el ciber de la vuelta? ¿Qué me diferencia de la viejita que vende calzoncillos amarillos? Y en mí se traducen sus voces, la intensidad y verdad y belleza y desgarrado de las voces alborotadas.
6:00 Tómale una foto a ese árbol con tu celu:
7:30 Voy a Ia casa de Gab. Le leo un fragmento del pasaje 5:50
10:00 Escribir un poema titulado Salchipapa y pegarlo en tu muro del facebook:
10:28 Me picó una pulga. La saqué con cuidado y la aplasté en la mesa de madera. Pensé en millones de millones de poetas jóvenes intentando el Poema.
(…)