Tomás Cohen
PRÓLOGO AL FINAL
PRÓLOGO AL FINAL
… agrandó la o del yo.
Mirta Rosenberg
Adónde iré si le susurro a quien soy que se vaya.
Erika Martínez
Para cuando esté muerto
y porque estaré muerto, para que vida
y lectura fermenten, e inebrie— Yo invito,
porque puede olvidárseme
que lloré agradecido, y que hará frío…
¡Yo no sé! Yo invito
al placer no saber, para saber
solamente, de siempre nuevo, una primera vez
omnipresente, que da miedo.
Porque a veces las canciones que necesitamos
se esconden incluso en la punta de la lengua,
vente no más, mezclemos nuestros ratos.
Viajemos tras una música
y no sepamos, que dé lo mismo…
pues si vale la pena, habrá pena.
Toca al trilobite vivo
y esta página te lamerá la mano.
Yo invito… ¡No sé! No se ve, ve
al quiebre de cualquier idea, por ejemplo,
con una pala puesta junto a la cama
para palparla primero
al despertar. Y sin capear
las enseñanzas de la risa, del estornudo,
por el ramo de los nervios dentro tuyo, vente
desde muchas ramas hacia muchas raíces
a esta voz que aún se afina,
a nuestra unión en las preguntas
engarzadas al centro de un giro.
Aquí no esconderé mi hilacha:
la recitaré con el cuerpo entero.
Este presente emboscado,
novela pulmonar
donde me despido, monstruo,
donde te reclamo, amigo.
Eso, muéstrame
lo peor que hayas hecho
para allí hermanarnos.