Nancy Morejón
En una reunión
En una reunión
A Tony Besteni
Benvenuto Cellini me ha prestado su luz
para que yo, frente a una reja
latuada por inmensas arecas,
tras un vitral típico
de las casonas altas del Vedado,
contemple la luz de este parterre
en donde el cielo es mío
mientras lo interceptan ráfagas de follaje
habanero. Qué luz la luz
de una Florencia entrampada quizás
entre vasos de orfebres
y plazas dedicadas al culto del hombre
y la mujer. La Florencia de los artistas
que no vi, la Roma de los pintores,
la Siena de los orfebres bellos.
Una riña entra a esta mesa,
desde el taller de Lucagnolo,
instalándose aquí a esta hora de la mañana.
Los esmaltes se agitan y suben en una espiral
que termina en un verso de un poeta latino
quemurío sin bastón y sin plegarias.
He llegado por fin a Florencia
con esa misma luz que forjan los esmaltes
y las hebillas señoriales y los vasos que encargó
el Papa. Un clérigo tramontano canta un aire
desconocido. He llegado al arrullo de una plaza
y un monasterio y Cellini me espera con sus manos
y los píffanos y las flautas y los cémbalos . . .
Mar de belleza entre Cellini y yo y esta reunión
a la que asisto disciplinadamente.