Vicente Luis Mora
CORAZÓN
CORAZÓN
Yo le di mi corazón. Saqué mi corazón y se lo puse en la mano. Ella lo tomó feliz. Es tu corazón, me respondió. Nunca se lo diste a nadie. También sonreía yo. Ella lo cogió con suavidad. Es fuerte. Lo era. Ella probó a apretarlo. Resiste, dijo alborozada, es muy, muy fuerte. Quédatelo, le respondí. Ahora es tuyo. Ella se lo metió en el bolso, para llevarlo, me dijo, siempre conmigo. Lo miraba fascinada por las noches. Lo sacaba en el café con sus amigas, para presumir. Mirad qué fuerte es, les decía. Sonreía con ojos golosos mientras le clavaba tenedores. Luego iba a casa de su madre, y le enseñaba mi corazón. Se ponía encima de él y saltaba con los tacones. No se rompe, mamá. Y su mamá reía, asintiendo. Llegaba a nuestra cita por la noche, y lo ponía sobre la mesa; sus uñas intentando desgarrar la carne. He descubierto que resiste el fuego. Mira, y le pasaba una llama por debajo. Y también se puede tirar desde un tejado. ¿Cómo lo sabes?, le pregunté. Muy fácil, lo he probado. Yo callaba. Mañana, me dijo, voy a probar a sumergirlo en agua, a ver cuánto aguanta.