ON LOVE AND DYING LANGUAGES

In our broken mother tongues,
in our English plain,
in our rented room,
in our foreign country,
with our migrant friends,
little by little we built
a vocabulary known only to us.

For example:

kamilo, derived from my word for walking and your word for camel, meant 'the path chosen through the desert'

pardo, 'the spots of light burned into our retina after staring at the sun', also 'dusk', or 'a ginger cat'

but kamilopardo: 'cute' or, 'let's make babies'

thalassa, from your word for the sea and my word for cutting down trees, was used to mean 'it aches at the pit of my stomach', or 'I understand', or 'we love it because it is unattainable, like the end of the rainbow, or the blue colour of distance'

We developed our own syntax.
The present continuous was always being lost.
Articles were obviated.
Dreams were something we saw, rather than had.
There was no indirect object.
The future was an act of purity of will. For example:

shlixá, the word for 'excuse me', was used to mean 'do you maybe have a cigarette?', the 'maybe' being an important marker of politeness, like when the government phones you to say your house will be demolished in 10 minutes instead of catching you unawares.

There were also things that were never to be mentioned:

the word 'bitterness'
or the word 'sorry' when criticized.


*

One day I had to go. I was called to work, to serve in the army, or to tend to my grandfather's death.

You had to stay. Finish your book, or school, make turmeric tea for your mother.

At the other side of the ocean, I let the sun pierce my eyes with its needles, instructing each muscle in my face not to contract.

I thought of a silk thread, joining my tear duct to yours. I called the thread pardo, and sang songs at my grandfather's deathbed. 'This is what I have come para,' I said to myself. Para being a new preposition which meant both 'from' and 'to', in terms of origin and destination. It had the added advantage that, to you, the word para meant both 'alongside', and 'beyond', the way people stick together through thick and thin.

I fell asleep every night repeating the word thalassa with each outbreath, like a wave crashing against the cliff where your house was perched. I thought this was helping you sleep.

You wrote me a letter saying you hadn't slept a wink for months. That the waves heightened your senses.

© Juana Adcock
From: Manca
Fondo Editorial Tierra Adentro, 2014
Audio production: Haus für Poesie 2017

DEL AMOR Y LAS LENGUAS A PUNTO DE MORIR

En nuestras rotas lenguas madres,
en nuestro inglés llano,
en nuestro cuarto rentado,
en nuestro país extranjero,
con nuestros amigos migrantes,
poco a poco construimos
un vocabulario conocido sólo por nosotros.

Por ejemplo:

kamilo, derivado de mi palabra para caminar y tu palabra para camello, significaba 'el camino elegido a través del desierto'

pardo, 'los puntos de luz que se queman en la retina después de mirar al sol', también 'atardecer', o 'gato güero'

pero kamilopardo: 'lindo' o, 'hagamos bebés'

thalassa, de tu palabra para denominar el mar y mi palabra para talar árboles, era una palabra usada para significar 'duele en la boca del estómago', o 'entiendo', o 'lo amamos porque es inasible, como la punta del arcoíris, o el color azul de la distancia'

Desarrollamos nuestra propia sintaxis.
El presente continuo siempre se perdía.
Los artículos se obviaban.
Los sueños era algo que se veía, en lugar de algo que se soñaba.
No había objeto indirecto.
El futuro era un acto de pureza de voluntad. Por ejemplo:

shlixá, la palabra 'discúlpame', se utilizaba para significar '¿tienes quizá un cigarro?', el 'quizá' era un importante marcador de cortesía, como cuando el gobierno te llama por teléfono para decirte que tu casa será demolida dentro de 10 minutos en lugar de tomarte por sorpresa.

También habían cosas que nunca debían mencionarse:

la palabra 'amargura'
o la palabra 'perdón' ante una crítica.


*

Un día me tuve que ir. Me llamaron del trabajo, al servicio militar, o a atender a la muerte de mi abuelo.

Tú te tuviste que quedar. Terminar tu libro, o los estudios, o hacer té de cúrcuma para tu madre.

Al otro lado del océano, dejé que el sol me perforara los ojos con sus agujas, dándole instrucciones a cada músculo de mi cara para que no se contrajeran.

Pensé en un hilo de seda, que unía mi lagrimal con el tuyo. Le puse al hilo pardo, y canté canciones junto al lecho de muerte de mi abuelo. ‘Esto es a lo que vine para’, me dije. Para era una nueva preposición que significaba tanto ‘desde’ como ‘hacia’, en términos de origen y destino. Tenía la ventaja adicional de que, para ti, la palabra para significaba tanto ‘junto a’, como ‘más allá de’, como la manera en que la gente se queda junta en las buenas y en las malas.

Todas las noches me dormía repitiendo la palabra thalassa con cada exhalación, como una ola estampándose en el acantilado donde estaba encaramada tu casa. Pensé que esto te ayudaba a dormir.

Luego me escribiste una carta diciendo que llevabas meses sin poder pegar el ojo. Que las olas exaltaban tus sentidos.

Traducción: Juana Adcock