Juan Vicente Piqueras
Batalla
Batalla
Tu corazón invade, insiste, predomina.
El mio se resiste como puede.
Algo en nosotros sigue en pie de guerra.
Ayer, un alto el fuego,
llegamos hasta el pie de la montaña,
a la fuente que da nombre al lugar,
y nos bañamos.
Solos y casi juntos nos bañamos.
Las burbujas del agua que manaba
de la tierra subían por las piernas
haciéndonos cosquillas. Despusimos
un instante las armas a orillas de la fuente.
Casi rendido, deseé rendirme.
Pero mi corazón es espartano.
Me defiende de lo que necesito.
Entrégame tus armas, me pediste.
Y yo te respondí: Μολών λαβέ.
Me cuentas maravillas de la cultura persa,
de las grandes ventajas que obtendría
rindiéndome.
He depuesto mis armas invisibles
a orillas de la fuente.
En el mismo lugar de la batalla,
y en lugar de luchar, me doy un baño
en las aguas que salen calientes de la tierra.
Desnudo siento el agua que me abrasa,
respiro, huelo a azufre,
y sueño con la paz mirando el cielo.
Ni Jerjes ni Leónidas, soy alguien
que no saldrá jamás en un libro de Historia.