Virna Texeira

portugiesisch

Muñoz

Como quien carga un maremoto y por silenciarlo
mira con desprecio a quien no carga alguno
o no lo silencia,
                          el día que la vuelva a ver
veré expectativas y no esperanza, la poca mandíbula, anchura
de hombros, planicie de pechos, gordas las caderas,
un termómetro y no el termostato.

Diré –ya no le tengo ganas–. ¿Y es que deseo algo ahora
que para iluminarnos no hace falta el fuego?

Con la memoria de las yemas digitaré sus poros
podremos hacerlo con vista al mar, pero lo hacíamos en el mar
y con lluvia, rodillas en la calle, afuera los duraznos, adentro
del funicular, boca abajo sobre la mesa de una pirámide. Una serie
de postales disueltas en agua, láminas del álbum, guías de despacho:

la gota de tortura china     cava inocente en la cabeza
del condenado     un agujero hacia la muerte.     Una gota de agua.
Muñoz es quien repite la sentencia     mientras tiembla su vaso
al tacto de otras manos     –el miembro de tortura china
cava inocente en este pubis     de condenada
un agujero hacia la muerte–     una película que lleva cuatro horas,
la pareja sentada, las piernas en un lazo     deletrean el muro.
Un guijarro guarda esa falta de greda.

No quita la sed mi negra, pues lo deseado no llena el cuerpo
de esta botella y si lo cubre es por mientras. Un envase vacío
de boca ancha, al que lo cargan bolsas o sellan tapas. O sellan
tapas sí, que se acumulan después de tanta rosca en la basura.
Quedo solo de envase no retornable.

                                                          Me esperará si llego tar-
desde ella me demoro
y me daré cuenta: con el atraso la perpetúo
como el deseo en los vestidos largos
o en años sin decirse.
El mar arriba el cielo abajo. Una ciudad se incendia
o se abandona y entran cenizas por el techo.
Ella de pie y al lago tembloroso lo cubren pétalos: la alfombra
donde acostar la orilla, que apenas por llevar sus nombres
hayamos sido aquéllos. Lo deseado no llena esta botella
sólo la arropa como una bolsa o una tapa.

El trueque de las ganas (color mascar la guinda
saborear y molerla, sonidos pareci-
dos pasajes de ida)
por el alivio del primer foco en una carretera a oscuras
(podremos hacerlo con vista al mar, pero lo hacíamos en el mar).

Un foco no es un paradero, los buses aceleran sin mí,
pegado en cómo lo alguna vez deseado ya no existe,
pues lo deseado muta.

Y uno no.
 

© Enrique Winter
Aus: Guía de despacho
Santiago: Cuarto Propio, 2010
Audioproduktion: Taken from the album 'Agua en polvo' (Santiago: Cápsula Discos, 2012) by Winter Planet, a collaboration between Enrique Winter and the musician Gonzalo Planet.

Muñoz

Como quem carrega um maremoto e por silenciá-lo
olha com desprezo a quem não carrega algum
ou não o silencia,
                            o dia em que a volte a ver
verei expectativas e não esperança, a pouca mandíbula, largura
de ombros, planície de peitos, as cadeiras gordas,
um termômetro e não o termostato.

Direi –já não tenho vontade–. E é que desejo agora algo
que para nos iluminar o fogo não faz falta?

Com a memória das gemas digitarei seus poros
poderemos fazer com vista para o mar, mas fazíamos no mar
e com chuva, joelhos na rua, fora os pêssegos, dentro
do funicular, boca abaixo sobre a mesa de uma pirâmide. Uma série
de postais dissolvidos na água, lâminas do álbum, guias de despacho:

a gota de tortura chinesa      cava inocente na cabeça
do condenado      um buraco até a morte.      Uma gota d’água.
Muñoz é quem repete a sentença      enquanto treme seu copo
ao tato de outras mãos      –o membro de tortura chinesa
cava inocente neste púbis      de condenada
um buraco até a morte–      um filme que leva quatro horas,
o casal sentado, as pernas enlaçadas      soletram o muro.
Um calhau guarda essa falta de greda.

Não sacia a sede minha negra, pois o desejado não enche o corpo
desta garrafa e se o cobre é por enquanto. Um invólucro vazio
de boca ampla, com o qual carregam sacos ou selam tampas. Ou selam
tapas sim, que se acumulam depois de tanta rosca no lixo.
Fico só de invólucro não retornável.
                                                         Me esperará se chego tarde
me demoro até ela
e me darei conta: com o atraso a perpetuo
como o desejo nos vestidos largos
o em anos sem dizer-se.
O mar em cima o céu embaixo. Uma cidade se incendia
ou se abandona e entram cinzas pelo teto.
Ela de pé e ao lago trêmulo pétalas cobrem-no: o tapete
onde acostar a margem, que apenas por levar seus nomes
aqueles teríamos sido. O desejado não enche esta garrafa
só a agasalha como um saco ou uma tampa.

A troca das vontades (cor mascar a ginja
saborear e moer, sons pareci-
dos passagens de ida)
pelo alívio do primeiro foco numa estrada às escuras
(poderemos fazer com vista para o mar, mas fazíamos no mar).

Um foco não é um paradeiro, os ônibus aceleram sem mim,
grudado em como o alguma vez desejado já não existe,
pois o deseado muda.

E um não.

Tradução: Virna Texeira