Daniel Bencomo

spanisch

Geweiharchiv

meine Eltern schlugen häufig das Buch
der leisen Streite auf. meist ging ich
in einem solchen Fall mit einem
der drei Hunde meiner Kindheit spazieren.
sie jaulten ganze Idyllen zusammen.
die Schwester spielte Großmutter und hörte
schlecht. die Großmutter selbst hörte gut,
galt aber praktisch als ständig verreist in die Welt
der Walzer. Großvater war bereits
sein eigenes stilles Buch. man las es
aus Fotoalben zusammen. das waren Nachmittage
schwer und verraucht wie die Brokatvorhänge
der guten Stube. grünkohlgrün mit goldener Borte:
jeder Gast lobte die Wahl, dann den Likör.
Besuche waren Friedensfahrten, man übte
Philanthropie und Freiheit: hier spielten Geweihe
die Rolle der Großen Vorsitzenden an der Wand.
nach der Schule begann das Bewusstsein
als Testbild (zweites Programm), es beruhigte,
wenn die Schwester einen ihrer Pickeltode starb
oder Großmutter den Plattenspieler
auf Tango beschleunigte. ich erntete Kleingeld
von ihr, für meine Geduld, und Pralinen.
erst verabscheute ich sie, später waren sie mir
die süßen Zweigstellen des Stammbaums.
sie ließen die Zunge fliehen.

© Schöffling & Co.
Aus: Fragmentierte Gewässer. Gedichte
Berlin: Berlin Verlag, 2007
Audioproduktion: 2005, M.Mechner / Literaturwerkstatt Berlin

Archivo cornamenta

mis padres abrían con frecuencia el libro
de las peleas silenciosas. me iba muy seguido
en tales casos con cualquiera
de los tres perros de mi infancia.
juntos aullaban idilios completos.
la hermana jugaba a ser la abuela y escuchaba
muy mal. la abuela sí que oía muy bien,
pero muy lista pasaba cual viajera constante en el mundo
de los valses. el abuelo era ya
su propio libro tranquilo. todo se reunía
en álbumes de fotos. eran tardes
pesadas y humeantes como las cortinas de brocado
del salón. verdecarbónverde con ribetes dorados.
cada huésped alababa la elección, luego el licor.
Las visitas eran Carreras de la paz, se entrenaba
filantropía y libertad: aquí jugaban un papel
las cornamentas del gran presidente en la pared.
tras la escuela comenzó la conciencia
como barra de colores (segundo programa), tranquilizaba
si la hermana  una de sus espinillas,
o si la abuela colocaba
un tango en la consola. ella me heredó unas
cuantas monedas por mi paciencia, y bombones.
primero las aborrecía, después me parecieron
las dulces sucursales del árbol familiar.
dejaban que los dedos volaran.

Traducción al español de Daniel Bencomo