GERALDINE GUTIÉRREZ-WIENKEN 

Übersetzer:in

I

el pecho se llenó de agua. no hay gato encerrado.

lo pegamos, plegamos & desplegamos barricadas.

estas son las cosas curiosas:

el curioso aliento, el curioso pegamento

& de lo que somos dueños. sólo perdura la fosa del estómago.

se queda & en efecto.

II

lo que cubres arriba, lo cubres arriba.

lo agregas & lo que debe ser agregado de sabanas lo llenas.

todo tiene que ver con un miedo. lo que hacemos de lo prestado

& del efectivo de los sistemas de recursos.

lo que va bien (excavamos arena & fosas sangrientas

–en el barro me parece burdo–

derretir disolvente, nuestro propio material corpóreo

& formaldehido) & eso que pega.

aquí yace un puntito del que salen cinco dedos

& sólo tres regresan.

lo que cae de todas partes, de los pies al estómago:

lo contamos en una sacada de tentáculos

& contamos del recipiente lleno de sudor,

del estallido de pies, en pedacitos, de lo más fácil.

nos secamos la piel entera

& la colgamos en bolsitas, o sea, la contamos en bolsitas

& ¿a dónde van las bolsitas colgadas en el sanitario?

¿al barril, a un vaso, a una escupidera?

¿imitaciones de libros, llenos de garganta? nos sacudimos de todo.

& al oído, créeme, nos embisten historias, sus bracitos tentaculares.

buscamos un piso del tamaño de la cabeza en el pueblo

& antes vivíamos en las piedras, en la cuesta

& portábamos piel, nada especial

& ordeñábamos el ganado, así, nos pertenecía.

no mucho & cortábamos las puertas en manzanas,

no mucho & segueteábamos las ventanas en la hojarasca.

tuve que soportar mucho & nosotros no podíamos resistir

frutas de hueso ni ratones en el cerco de nuestro corral.

playa cerca de trieste

acantilado y faya

invierno

espuma caliente y

nada es tan cierto

como las voces de la memoria y

quién, pues, si yo gritara

el martes primero de enero

dosmildoce

me oiría y reaccionaría

fuera de los reglamentos turísticos

contra esta descarga de papel

impermeable 

vacío

el invierno se traga la orilla

del lieps y la hierba reposa

como un resto de verde debajo

de un vaso de leche el país emerge

de los filos a dos grados sobre cero aparece

en el chapoteo del lago esa imagen

paseo alrededor de mi cuerpo

también con usadel y ambos

me remiten a mi estrafalaria

y extraña mirada que salta se adelanta

se desliza y no es que se me ocurra sin más,

sino como un camino de pueblo al filo

del bosque, el filo del bosque que veo

desaparecer en el espejo retrovisor

mientras desde aquí intento

poner un pie en su dirección

los motivos principales se pierden, revisando esta solicitud.

dicho de otro modo: los colores se destiñen. los rostros

apenas se ven en las nubes con sus finos bordes plateados.

perspectiva y falta de perspectiva, todo se difumina. apenas puedo leer estas cifras. hubiera querido participar, zapatos en mano,

ligera. planes de septiembre, superficie libre, sensación de ritmo. todo

como nosotros. cualquiera puede decir algo, pero también eso

está hecho de palabras, como la tarde sobre el techo de los autos. algo levita en el espacio, casi invisible. y así permanecemos

indecisos, en la oscuridad. lo más bonito de esta ciudad era el río su estado de inquietud, su murmullo.

y al final, en los créditos, ni siquiera aparecieron nuestros nombres. 

nos bañamos inclinados en tiempo de bucear

hasta que las ciudades perdieron su efecto. al menos

en apariencia acumulamos costas

en nuestro asombro. y propuestas para evadirlas. a veces, el sol parecía serlo todo. luego las cosas

se enrudecieron otra vez en sus sustantivos. en realidad estamos bien de cualquier manera.

esta cámara se pasea por otro siglo, en blanco y negro. today the documentary channel presents. y para seguir con el tema:

un piano desafinado, un sueño sin título, nada de esto

podemos controlar. líneas abiertas y cerradas, el movimiento de

tus ojos, ante el cambio súbito de la luz. categorías, traiciones, las

leyes de la gravedad puestas en evidencia, en tomas rápidas.

los dientes siempre tan blancos, encandilan, como todo

lo que viene de los estados unidos. factores perturbadores: la droga y

su significado secundario, en el eterno zigzag del mundo.

¿la banderita roja? no sé. mientras borro uno que otro adjetivo

de ti y de mí. imagino salir a comprar el pan. un acto sencillo.

después de todo: esta música no pide nada, solo desea acompañar.

evaluación de las imágenes de video, cámara uno:

como perritos vagando por un estacionamiento

rastrean los niveles de vida. un proyecto a largo plazo. motivado por la idea de una pequeña historia en tiempo real un recuerdo permanece. algo cambia. tal vez.

un bosquejo y también tu paisaje interior: concreto.

en el segundo piso: la brisa juega con las moticas de polvo

antes de arrinconarlas, y así como te volteas, el miedo

se queda en tus ojos, rodeado por la cámara dos. un registro objetivo: somos figuras secundarias, errores pasajeros, tolerados, nada más. donde no hay base, no hay mirada de perro que valga.

cámara tres: un centelleo de calor, afuera, en las paredes.

Estenografía, sismógrafo, este país se nos aleja, nadando.

En un mar iluminado, solo flota la botella del náufrago.

Aquí tienes tu billete. Entre nosotros un seto o una

cerca (no puedo traducirlo), una luz susurrante. Molde,

grisalla, código de Morse, todo tan cifra borrosa. Existe

una frontera. Para rescatar algo había hecho garabatos

sobre este papel. No subestimes las palabras

pero es que no se trata de las palabras. Se trata de un

movimiento, un avanzar apenas posible. Ponte los

zapatos, ve más allá del asfalto, siéntate sobre la silla de plástico que

una vez perteneció a un café y ahora es iluminada por el

sol de la tarde. No existen las fronteras, quizás. El título

es: Los autonautas llegan al mar abierto y discuten

en torno a la continuación del diálogo. (Los números no significan nada.)

el agua acuosa se asienta

una región socavada

en colores complementarios

es la impresión que da

bajo la lluvia esta llanura

en mi función representativa

arduamente sostenida pues aquí

busco algo de historia

en forma-de-cómo y

el tiempo, el tiempo se asienta

o sea, los sauces y los álamos

cerca de stendal

ni siquiera me dan por sentado

Los fuegos se apagaron

Camino a través de la noche

En el bolsillo llevo cenizas

En las cenizas hurgo

En vela paso la noche

Las sombras han sido engullidas

Las piedras tragadas

Las rutas han sido medidas

Las misas leídas

ahora que las últimas imágenes han desparecido, seguimos respirando sin más los tonos de la oscuridad, tus palabras y las mías en voz baja, envueltas en sábanas.

todo lo que nos rodea tiene que ver con nosotros. las relaciones numerales del universo. libre albedrío y cifra. ningún juego: la premisa de un movimiento. en algún lugar olfatean animales bajo la hojarasca. la mera realidad

te regalo. el paisaje enmudecido de repente.

el miedo derramado en el piso. nada preguntaré, nada

tiene importancia.

Nos vestimos

Nos desvestimos

Y arriba las estrellas brillan

Nos tanteamos

Nos agredimos

Y en la distancia se alejan

Nos damos la vuelta

Nos apartamos

Y se quedarían si pudieran

Apareció bajo esta luz

de 19 de marzo de 2003

(Comienzo de la tercera guerra del Golfo

al margen del bosque del Palatinado,

detrás de donde queda Rammstein)

Dispara

empuja sube

la fuente de sangre desfasada.

Un niño quemado busca el fuego

y apuñala la luz

del sol poniente.

De repente

se alinean en el cielo

tres estelas de condensación, rojas

por la luna de sangre

bajo otra estrella

por el cielo barridas,

como un trueno, el sonido.

Lo exiguo se eleva insolente

mientras se tapa lo grande.

La aguja roja marca las doce

Los restos de la Guerra Fría

se calientan, se caldean,

explotan en otro lugar

Nada tan desolador como esto

Que el tren viaje a toda prisa

que esa estela permanezca ahí

que dando traspiés la persigas

que el zapato sea verde

que el hombre no tenga calcetines

que tú mismo en la ventana te veas

que cerca de la calefacción te congeles

que se muevan labios

que una palabra te asuste

que el sueño ajeno contemples

que al final arribes

que el equivocado aguarde

De construcción en construcción

Ninguna casa de por medio

En Stammelbach

Breve conversación

al móvil

¿Dónde estás?

¿Cuándo vienes?

Como lágrimas al valle

¿Alguien más ha subido?

¡Rápido, rápido! sisea un cuchillo

En la curva

En el túnel

Al móvil

ven, pasa por

(aquí queda colgado en la red

Donde el adiós, adiós

faltó)

Cuando la ola de pájaros nos arrastró

reculó y regresó como un lazo

sin sonido animal, pero entre las plumas un rumor

similar a un transmisor difuso,

ambos nos sentimos como agentes de Seguros

de Predecibles Fracasos 

de la Existencia que podría haber aquí,

pero está a punto de subir y bajar,

como la peste aviar, por ejemplo y, sin embargo

la ola contuvo la seña

la próxima vez 

arribará de una forma completamente diferente.

Ahora mismo caen hojas rojizas

hojas rojizas están cayendo.

Pronto colapsarán

las salas de espera y

como siempre las estaciones de trenes

en la soleada playa de Saale.

Los castillos regiamente restaurados,

los techos cubiertos,

los viejos muros flanqueados

por los pabellones del Sparkasse.

Caminar por los jardines del balneario

donde a menudo se restauran

suaves y delicadas figuras.

Las aves migratorias sobrevuelan

Naumburgo, Schulpforta, Bad Kösen,

pasan a los caminantes nórdicos

rumbo a su albergue el "reino de los cielos".

Reforzado cae el río,

con grandes arenques,

contra la fábrica de cemento. 

Y el viento sopla por las salas de espera

Acordonada la obra en construcción "Paraíso” 

frente a las tuberías de calefacción de larga distancia

para Lobeda.

La araña está trabajando

Intenta llegar a un compromiso con la víctima

Miro este pequeño orden amable

Frente al sauco negro

No, no voy a amenazarlo

Con limpieza de ventanas.

Los sauces trasmochados siguen en pie

bien abiertos 

Allá donde me escondía,

sigue estando el hueco

bien escondido

Las cuestas siguen pronunciándose

bien firmes

Los manzanos de mi infancia

dejaron de crecer

Todavía llevo conmigo

piedras y margaritas

en el bolsillo de mi abrigo

Una y otra vez

al principio al final

los poetas se manchan

Rara vez con gloria

Obsesión obsesión

la otra forma 

de ganancia

El vigor la flor

el eterno duelo 

comenta el campesino 

mientras prepara el abono.

Alles, was ich für einen Triumph hielt, war Schall und Rauch.

Scheitern – Sprache des Grundes, Spur eines anderen fordernden Raums,
           es ist nicht leicht, dich zwischen den Zeilen zu lesen.

Bis du mir dein Mal auf die Stirn setztest, hatte ich mir nie Gedanken über
           deine Botschaft gemacht, die schöner ist als alle sonstigen Trümpfe.
Dein leuchtendes Antlitz folgte mir, um mich zu retten
           – ich wusste es nicht.
Du hast mich in den toten Winkel verbannt, mir die leichten Erfolge madig
           gemacht, sämtliche Auswege zugestellt.
Mich in Schutz nehmen wolltest du, und gabst mir doch keine Leuchtkraft.
Aus reiner Liebe zu mir hast du die Leere betrieben, die mich so viele                     Nächte lang wie im Fieber zu einer Abwesenden sprechen ließ.
Aus lauter Schutzbedürfnis hatten immer die anderen Vorfahrt, du hast es            geschafft, dass diese Frau den Beherzteren vorzog, deinetwegen
           verschob ich jedes
selbstmörderische Treiben.

Immer kamst du, um mir zu helfen.

Ja, dein zerschundener, bespuckter, widerwärtiger Leib hat mich in                         Reinform empfangen, um mich zurück in die untrügliche Wüste zu
           schicken.
Wahnsinnig geworden verfluchte und beschimpfte ich dich, lästerte dir.

Es gibt dich gar nicht.
Du bist die Erfindung eines irrsinnigen Hochmuts.
Wie viel ich dir schulde!
Du hast mich aufsteigen lassen zu neuem Rang, mich mit grobem
           Schwamm sauber gehalten, auf ein richtiges Schlachtfeld geworfen
           mit Waffen, die sich nichts als dem Triumph hingeben.
An der Hand hast du mich zu dem einzigen Wasser geführt, das mich              reflektiert.
Durch dich ist mir jeder Rollenzwang unbekannt, ich halte mich an die
           Wucht der Stufen, die ich aus eigener Kraft erklimme, Hierarchien
           überspringe, hochmütig bis zum Abwinken.
Deinetwegen bin ich bescheiden, schweigsam und aufmüpfig.
Ich besinge dich nicht für das, was du bist, sondern für das, was du mich
           nicht sein ließest; dafür, dass kein anderes Leben drin war; dass du
           so eng anliegst.

Du hast mir nur Blößen geboten.

Gewiss, du hast mich mit Sprödigkeit unterrichtet und brachtest deine
           brennbaren Flüssigkeiten mit! Aber es machte auch Freude, dich
           nicht mehr fürchten zu müssen.
Danke, dass du mich vom Material befreit hast, im Austausch gegen eine     materiale Schrift.
Danke für den von dir verhinderten geschwollenen Hochmut.
Danke für den Reichtum, zu dem du mich verpflichtet hast.
Danke, dass du mir ein Haus aus Schlamm gebaut hast.
Danke für meine Beseitigung.
Vielen Dank.

In Moskau war der letzte Zar
bereits vergessen, aber nicht
die Verse der um Hilfe Flehenden,
die sie ihrem Henker entgegen-
jaulte, um seine Hand aufzuhalten,
die auf Kosten des Lebens wucherte
und an die niemand je zurückdenken
wird, bis heute sind ihre knappen
Zeilen gültig und sie erlangen
ihren klassischen Status zurück.

Am Leben –
wem verdanke ich diese Ehre?

Meine Seele zögert. Mit Dante
durch die Sowjetnacht.

Ich streune durch die Ruinen
von Hellas.

Ich komm hier nicht raus.
Nadeshda, weg
mit den Gedichten, schnell!

Caesar, wie hast du es geschafft,
unsere Lebendigkeit
zu vernichten?

Am Lagertor
verließ mich alle Hoffnung.

Der Einzige, der Russisch spricht,
konnte es nicht vergessen.
Ein Gott vergibt,
ein Halbgott nicht.

Die Schreie
verlieren sich in den Weiten meines Landes.

Heimat, dein Leben,
vergibt keine Preise.

Sie erhält dich
nur.

Je mehr ihrer,
desto mehr Fremdling.

Also lässt du dich nieder,
sagst: Es gibt etwas,
worin ich nicht falsch liegen kann:
das Land meines eigenen Ursprungs.

Dies Leben
hält mich rastlos aufrecht,
ohne jedes Wegzeichen
oder Stadtplan
oder Gelübde, es hält mich
im Vorzimmer, wo alle herumwerkeln
wie Angestellte
des Vergessens.

Bildung für dich,
konvertiertes Alleinsein für dich,
der aus Nacht gewonnene Raum für dich,

für dich der Augenblick, der Stimmentausch,
das Jawort,

der letzte Kern der Frucht für dich, der unzerlegbare,
all das für dich, was die Furcht nicht zu fassen kriegt,
all das für dich, was den Blutbahnen der Zeit entwischt,

für dich der Durchsatz der Tage, denen es reicht, mit
schmierigen Vorräten das Handwerk zu lernen, niemand zu sein.

Nichts ist Geheimnis.

32

Möge das Wort enthalten, was es sagt.
Möge es wie ein Zittern sein, das sich aufrechterhält.
Möge es bleiben wie ein Herzschlag.

Weder werde ich drapierte Unwahrheit produzieren noch auf dubiose Tinte setzen
oder der Wirklichkeit irgendeinen Hochglanz verpassen.
All das zwingt mich, mir zuzuhören. Wir sind doch da, um die Wahrheit zu sagen.
Lasst uns wirklich sein.
Ich will erschreckende Klarheiten.
Ich zittre, wenn ich mich zu verstellen glaube. Ich muss meine Wörter herumschleppen. Sie haben mich in Besitz genommen, so wie ich sie.

Wenn ich danebenliege, nenne du mir – die du mich kennst – meine Lüge, zeig mir die Hochstapelei, reib mir das Unterschlagene unter die Nase. Ich werde es echt zu schätzen wissen.
Ich werd’ verrückt, wenn ich mit mir selbst übereinstimme.
Sei mein Auge, warte nachts auf mich und betrachte mich, klopf mich ab, schüttle 

I

Öde Memoiren zerfressen die Küste.
Qualvolle Tage mitten im Dusel.
Ein Bann, der den Absturz überspielt.
Ich strecke mich in blutigen Straßen aus wie ein erweiterter
Rest der Truppe.


II

Ich gebe mich diesen Stränden hin, die das Leuchten zurückholen.
Hier bin ich. Ohne jeden Gedanken.


III

Talente.
Schleppende Schiffe auf geschliffener Flut.
Pfade, die sich ins Grün schlagen.
Bungalows, und die Einigkeit der Nacht, die uns
übersetzt.


IV

Unversehrtes Grün.
Übersteht hier der unergründliche Entwurf?


V

Ich frag in dieser Bucht weder nach mir noch
zweifle ich oder irre umher.
Hier sind Kräfte am Werk, die das Peitschen des
Verfalls abwehren, das Entzweite vereinen.
Sie kommen.


VI

Abgesunkene Gesichter tauchen in der Schwärze des Raums
            wieder auf.
Verflossenes Gestern, unfassbares Geschenk, Schiffbrüchige.
Ohne sie falle ich von mir ab.


VII

Hehre Trägheit. Wir haben seit dem großen Vergessen
die Tage verstreichen lassen. Uns hat die Faulheit ersäuft. Wir
haben die Waffen gestreckt. Die Belagerung war kurz.
Wir Entrechteten, der Ort hat unsere Zeit übernommen.
Er hat Erwartungen an sie geweckt.


VIII

Ein Glanz umstrahlt unser Nichtstun. Die Flaute hat uns erreicht. Die
Gezeiten pochen an unsere Türen, wecken uns auf.
Zusammen sind wir uns selbst voraus.

Damit wir unser Sehen schärfen, gibt es Exile.


IX

Wie lange wir schon unterwegs sind!
Unser Verstand bereicherte sich an bizarren
Zuwendungen. Diese Erde hier ließ uns dasein.
Unser Erinnern, wie früher, hat aufgehört uns zu geleiten.


X

Ich betrachte das entfesselte Grün, das hüpfende Meer hinterm
Haus, den Regen, der das Elend der Stadt durch die zugewucherte
Gosse schwemmt. Über Point Cumaná bricht die Nacht herein; noch
ist das Licht wie abendrote Schorle. In der Ferne klingen Eisenfässer.
Raschelt da ein Calypso im Königsgerank. Ich denke nein. Man vergisst
hier. Es ist herrlich.

Die Dinge verstanden, besser als die Menschen,
seinen Blick,
unter dem sie sich
einer zweiten Existenz hingaben.
In sich aufnehmend verwandelte er sie in das,
was sie waren, gab sie ihrer Bestimmung zurück,
ließ sie baden in ihrem eigenen Gold.
Wissen denn diese Hingegebenen
von ihrem göttlichen Zustand?

Steine, Blumen, Wolken
wiedererweckt in einer
anderen Stummheit, um
verändert daraus hervorzugehen.

Sein ruhender Blick
fiel nie absichtlich auf sie.
Einzig seine Augen liebten es.

Inzwischen sehnen sie sich nach ihm,
die Leute fliegen vorüber – wohin?

Die Dinge
dürsten danach, gelebt zu haben.

tú, tienes muchas gargantas & coágulos, pinta,
tacos, corchos, todo, rojo veteado;
pliego, cuenco de mármol
cuello: aquí, se adosa lo último de las manos.

las yemas de los dedos, el herraje cutáneo,
la ropa interior de los días, ebrios lienzos & allá
en la boquilla
nada más que tus labios, cosidos con las manos.

nunca fue de oro tu sumisa mamá.
pedía prestado maletas
para cualquier propósito: engordar, ayunar

& una insolente pila de días. podías mirar
por encima de su mandil de labios
& allí, te ahogabas (en el ayuno, en el engorde).