Lucía Estrada
LVI [Separo por un momento...]
Separo por un momento el agua del pozo: no quiero más su reflejo, su caravana espectral. Al fondo, una legión de aves desconocidas inicia el canto de las formas que no se repiten, y quieren enseñármelo, liberarme de mí en la espiral que conduce al propio abandono. A lado y lado están los seres reunidos en sabias jerarquías. Van quedándose con mi cuerpo: primero un pie, después los brazos, la cabeza y el cuello en la vasija de los más jóvenes, y el lugar del corazón, el centro, bajo la corona del águila. Al buitre reservan mi vientre. Hay en esa labor de condena una música que debo conocer.
Seré pájaro como ellos, mitad vacío, mitad intemperie, mas, en mí, también serán los otros.
Pregunto el nombre de esta unión, de la gran sinfonía que comienza y vuelve a comenzar, y como respuesta, el agua se arquea sobre el pozo, clara, brillante, más allá de mi deseo, y me permite, nos permite cruzar.